En la tarde de ayer sábado, ofrecí un taller invitada por Celia Olcina, que pertenece a ASTEA (Asociación de familias de personas con Trastorno del Espectro Autista) de La Safor (Gandia). (¡Infinitas gracias Celia!). Según sus necesidades, mi intención era muy simple, pero a la vez compleja, transmitir cómo gestionar los adultos nuestras propias emociones a partir del reconocimiento de las mismas, para ayudar a su vez al desarrollo emocional de los hijos.
Fueron 4 horas, intensas, donde poco a poco se creo un clima de grupo especial. Como es natural, los adultos somos a veces reticentes a expresar aquellos temas que atañen a nuestras emociones. No debemos olvidar que no nos educaron para ello, y que durante largos años la cognición ha primado sobre nuestro desarrollo emocional y la expresión de nuestros sentimientos. Y también es claro que se confundan términos, que no se tenga vocabulario emocional, o que cueste mucho trabajo cambiar las distorsiones cognitivas por pensamientos positivos. Pero es un colectivo de familias muy ocupados en el desarrollo emocional de los hijos.
El mito del desarrollo emocional de los niños con TEA
Con unas pinceladas sobre el entramado mundo conceptual que envuelve a la Inteligencia emocional, fuimos abordando aquellos aspectos que más preocupan a las familias que tienen un niño o niña con TEA. Es natural que surjan los miedos, ansiedades, preocupaciones, pero está claro que cuentan con altas dosis de paciencia, sensibilidad y proactividad. También surgieron aquellas dudas sobre como reaccionar ante los comentarios, miradas mal intencionadas de la gente que desconoce las características de los niños con TEA, y también porque no , del mito sobre la falta de expresión emocional que tienen estos niños.
Me impactó mucho la atención plena a mis palabras y sugerencias. En todo momento enfaticé que no soy especialista ni tampoco psicóloga, sino que mi experiencia se basa en el contacto que he tenido y tengo con niños y niñas que están incluidos en los centros escolares ordinarios. Y también en mis conocimientos enriquecidos con el Máster de Inteligencia emocional y puesta en práctica de la educación emocional. Hubiese querido tener una varita mágica, para poder ofrecer más soluciones, pero como dice Elsa Punset «esto no es magia….es Inteligencia emocional». Y si iniciamos nuestro aprendizaje emocional (aunque ya seamos adultos con creencias marcadas), podemos lograrlo.
Mencioné mucho a Anabel Cornago, y su grandísimo blog El sonido de la hierba al crecer, ya que ella como madre de un niño con TEA, es para mi un gran referente por su buen hacer y sobre todo por su gran generosidad de compartir con muchas familias no solo de España, sino de otras latitudes, como México, Chile, Argentina, etc.
Ya que estoy dentro del mundo educativo, exhorté e insistí en la comunicación fluida y empática que debe existir entre el colectivo docente y las familias. No podemos permitir que niños y niñas que tienen una necesidad educativa especial, no reciba en el contexto escolar, lo que realmente necesita. Y me refiero a los requerimientos tanto intelectuales como a los afectivo-emocionales.
Así es que una vez más, mi camino se une a otros grupos, familias que luchan por el bienestar emocional de sus pequeños y pequeñas, pero sobre todo que bregan por la felicidad de sus hijos. Al final, de eso se trata…