
En mi primer encuentro con l@s protagonistas, de 3, 4 y 5 años hemos consensuado las normas que cumpliremos cada vez que nos encontremos. A la pregunta ¿ qué son las normas?,estas han sido algunas de sus respuestas :
-Sino las cumples te castigan.(tienen muy interiorizado, que si no haces algo bien, la consecuencia es un castigo. No me agrada)
-Si te quitas la tirita mamá se enfada.(advierte que debe responder a la petición de mamá)
-Es no pelear.
-Hacer las cosas que dice Silvina.
-No poner el pie para caerse ( hacer zancadillas).
-No cruzar badenes (normas que escuchan)
Y así con cada grupo, luego de un pequeño dialogo dirigido, hemos decidido cuáles serían nuestras normas:
-No pegar.
-No empujarse.
-No dar pellizcos.
-No decir malas palabras.
Pero como surgían muchas prohibiciones, intentando dar la oportunidad de quitar el sentido punitivo a las mismas, acordamos también:
-Sí se puede jugar
-Sí se puede ser amigos.
-Sí se puede divertir.
-Sí podemos reírnos.
-Sí podemos pasarlo¡ super bien!
Cuando las normas son reflexionadas, creadas con el grupo, la tarea se facilita en gran medida. Creo que el primer contacto con un grupo de alumnos( sea cual sea su edad) es crearlas y aprender a respetarla, para funcionar como tal. También hemos decidido que si no se respetaban, saldríamos del juego un ratito. Cuando un niño o niña quebranta una de ellas, mi llamado de atención es, -recuerda la norma, y le ofrezco la oportunidad de seguir jugando. Prefiero esta «estrategia» a tener que decir:-Sal del juego,¡ estás castigado!
Y al mismo tiempo que interiorizamos nuestras normas como grupo, aprovechamos los momentos para jugar con nuestro cuerpo, para a aprender a respetar las reglas de un juego, a reconocer el espacio y hacer uso de él, que serán sin duda alguna,excelentes oportunidades que les brindamos para favorecer el desarrollo cognitivo, motor pero sobre todo afectivo-emocional. En la manera de correr, de saltar, de moverse están exteriorizando también sus emociones: su enfado porque en una carrera no han ganado, sus temores ante una actividad más desafiante, su alegría expresada con risas y aplausos.
Además de las actividades de más movimiento, también hay un espacio en el tiempo para relajarnos, aprendiendo a conectar con el cuerpo a través de nuestra respiración, de los latidos de nuestro corazón, disfrutando de un momento de silencio. Siempre finalizamos con aproximadamente 5 minutos de relajación, de silencio, de escucha activa a los sonidos del entorno, de masajes grupales, etc. Así ya nuestro cuerpo está preparado para continuar el resto del día. De esta manera van aprendiendo sobre su cuerpo, su control, su esquema corporal, su autoimagen, pero sobre todo me uno al pensamiento de Mario Benedettí que dice…
Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo, sus órganos, sus huesos, sus funciones, sus sitios, pero nunca supimos de qué estaba hecha el alma.