A nivel profesional, mis últimas semanas de trabajo, han sido muy gratificantes, como el día de ayer, sábado 15 de febrero.Viajé a Madrid, invitada por Escuela de padres con talento a cargo de Óscar González, para ofrecer un taller para profesoras del colegio Lícara British College.
Encontré un grupo de trabajo muy coordinado y unido en su forma de abordar su propuesta educativa para peques de 0-3 años. Y por supuesto, tienen muy claro que la educación emocional no puede faltar. En estas primeras edades, el vínculo afectivo-emocional es de suma importancia, y lograrlo es una tarea sumamente compleja y a la vez apasionante. Fue una jornada intensa, desde las 11 de la mañana hasta las 5 de la tarde, con un intermedio para comer. Surgieron preguntas muy interesantes, reflexiones personales, y como no podía ser de otra forma: emociones.
Hace muchos años, inicié un proyecto y creé «Chocolate» una Escuela Infantil (me niego a llamarle «guardería») y si bien no pude trabajar en ella por mucho tiempo, pude comprobar cuánto esfuerzo requiere trabajar en este ciclo. Lo peques están en plena construcción de sus capacidades orales, motrices, cognitivas, sensoriales, emocionales, y los adultos debemos estar alertas para ayudarles a construir su personalidad. De allí que entendí cuáles son las inquietudes de sus profesoras y, por supuesto, una vez más, a través de la interacción, pude enriquecer mis conocimientos.
El grupo de Lícara British College está ávido de información, de bibliografía, de ideas, actividades que puedan mejorar su práctica educativa en beneficio de sus alumnos. Enseguida pude advertir que este taller para profesoras iba a ser un encuentro especial.
La sala en la cual compartimos la jornada es una clase de peques de dos años y pude apreciar que, sin estar consciente de ello, sus docentes ya trabajan las emociones. Digo esto de «no estar consciente de ello», porque creo que la educación emocional está presente en muchas aulas, quizás, el inconveniente está en que no se realiza como un proceso al cual se le debe dar intencionalidad pedagógica. Así lo definió Rafael Bisquerra Alzina:
La educación emocional es un proceso educativo continuo y permanente, puesto que debe estar presente a lo largo de todo el currículum académico y en la formación permanente a lo largo de toda la vida.
Las siguientes palabras de su directora Yolanda Aracil me hacen creer más aún que somos muchos los y las docentes comprometidas con la educación de este país, y que verdaderamente me reafirmo con mi mensaje final » No hay secreto. Hay pasión»
«Querida Silvina: muchas gracias por la jornada de ayer. Fue muiy enriquecedor y nos pone en marcha para introducir nuevas técnicas y fórmulas en nuestro proyecto. Un fuerte abrazo de todo el equipo de Lícara»
¡Fue también para mi un placer compartir emociones con vuestro equipo de trabajo!