¿Somos un grupo?

 

Esta vez somos pocos, y está clarísimo que se  facilita mucho el trabajo, pero cuando  también hemos sido más de 20, una de mis metas ha sido  lograr que los peques se sintieran parte integrante, importante, de ese grupo de trabajo. Por que para mí dentro de la clase siempre me cuestiono ¿somos un grupo? Grupo donde compartimos varias horas al día, compartimos experiencias, emociones, y en el cual debemos aprender a respetarnos. Y puedo observar gestos, palabras de mis alumnos que  demuestran que lo están logrando:

-«Seño,¡qué bien!Patri y Julia hablan más en español»

-«Cojamos el cajón de los cubos entre todos, como un equipo.»

-«Yo compartiré mi percha con Ana porque no hay más ganchos».

-«La cesta con los colores van en el medio para poder compartir.»

Y son precisamente estos pequeños-grandes momentos los que hacen sentir qué trascendental es la educación en valores, la educación afectiva,  que permite el afianzamiento tanto individual como colectivo. Por consiguiente  considero que es mejor proponer actividades en grupo, donde cada uno es primordial en la persecución del fin propuesto, para luego  compartir los resultados entre todos ( y si les dejamos hablar sobre  cómo lo hicieron, si les gustó, qué materiales utilizaron, ¡mucho mejor!). Un grupo que sabe escuchar, que respeta y valora el trabajo ajeno, que está atento al clima emocional del aula. Un grupo que es partícipe en todo momento del proceso de aprender. Un grupo que disfruta por actuar parte del mismo, etc.

En este momento recuerdo, que hace muchos años ya, tuve la oportunidad de poder aplicar la metodología del trabajo por rincones, pero no para jugar libremente cuando acababan otra tarea más «académica», sino para desarrollar las Unidades didácticas; y lo que más apreciaba era la  implicación de los niños en el momento del juego-trabajo, para poder luego cumplir con la meta fijada ( por ejemplo, pintar las cajas que funcionarían como cajas registradoras, en el momento de la dramatización final de la Unidad didáctica «El supermercado»).

Gestionar, compartir y respetar las reglas de actuación de un colectivo suele facilitar el logro de sus metas, con lo cual es posible que afloren importantes vivencias emocionales positivas y de afianzamiento personal. Cuando la confianza, la corresponsabilidad y el sentimiento de pertenencia al  grupo están patentes en un colectivo, los éxitos de cualquiera de sus miembros son vividos positivamente por todo el grupo. La dicha y la alegría se adueñan de él y ayudan a fortalecer su cohesión (Educación Emocional y Convivencia en el aula- Ministerio de Educación y Política social y deporte- Alberto Acosta Mesas)

Todo esto lleva a preguntarme , ¿en qué momento de la vida dejamos de actuar con generosidad, solidaridad, cohesionados  como grupo, para convertir estos valores , en mezquindad, egoísmo e individualidad? Mientras sigo buscando respuestas, mi oreja verde sigue alerta a las cosas que suceden en mi Grupo, del cual soy parte. Sigo día a día alerta a mi pregunta ¿somos un grupo? Claro que lo somos…
Estos son algunos testimonios de generosidad y colaboración:
 somos un grupo

4 comentarios en «¿Somos un grupo?»

  1. A mí también me parecen estupendas las actividades en grupo y cada día las utilizo más. Los niños aprenden la importancia de cada pieza y de su trabajo para alcanzar un fin común, entre otras muchas cosas.
    ¡Muy buen trabajo! Te felicito
    Un abrazo

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