Es una entrada corta, pero que no quería dejar pasar. Como comenté en otro post, ya estoy en cole nuevo, conociéndoles, conociéndome…Empiezo la mañana, con mis infaltables rutinas emocionales, corazón de peluche en mano y cuento que estoy triste porque mi abuela está muy «malita». Es el momento de practicar la escucha activa
En realidad explicar el Alzheimer es complicado y no era mi intención. Silencio total, tanto que hasta siento escalofrío, escucha atenta, esa que le llaman los autores escucha activa. Siento que empatizan con mi estado emocional. Cuando termino mi relato, pregunto: -¿Qué puedo hacer? Y casi al unísono responden:¡buscar una solución! Cómo eran muchas propuestas, cojo mi libreta y empiezo a apuntar. Nuevamente las respuestas surgen en orden, sin atropellarse para hablar, con muchas ganas de escuchar-nos, es lo que Goleman llama «motivación». Motivados por mis emociones, contagiados de mis emociones, escribo:
-Rubén: que vaya a visitarla.
-Ainara: que vaya después del cole.
-Jaume: que vaya cuando sea su cumple.
-Andrea: que vaya un día de «fiesta»
Pero mi planteo vuelve a romper con sus ideas.-Es que mi abuela vive muy, pero muy lejos…
-Aitor: que coja un taxi. Aitor, cariño es que vive en otro país, en Argentina, y eso está muy lejos.
-Aitor: que vaya en avión.
Insisto con otra pregunta, es que me encanta romper sus esquemas cognitivos: -Pero si me voy, ¿quién viene a estar con vosotros en clase? Carmen está embarazada, tiene que cuidarse ( la tutora).
-Martina: ¡pues que vaya entonces en vacaciones!
Golpean la puerta, se rompe la magia del dialogo, del pensamiento y de la emoción. Pero, no importa,porque hemos empezado a hablar de emociones…
Somos los adultos, padres, maestros, sus principales referentes emocionales Clic para tuitearY a veces pienso, como puede ser que siendo tan pequeños, sean por momentos tan sabios. Un momento cualquiera, es bueno para aprender la escucha activa, y más en estas edades que tanto les cuesta. Pero no fue así esta vez, fue sorprendente también para mí. Es lo que tiene estar en Infantil, es la magia que tiene infantil, o la magia de educar, de conectar nuestras emociones con las de ellos y ellas. Porque hay algo que los adultos debemos tener claro, las emociones deben legitimarse , aún aquellas llamadas «negativas», que prefiero llamarles «desagradables», como en este caso la tristeza. No podemos ocultarlas, como si no pasara nada. Son parte de nuestra vida, y si queremos que aprendan a hablar de emociones, debemos ser los primeros en hacerlo.
Sin duda alguna, en este preciso momento es cuando viene a mi pensamiento las sabias palabras de Robert Fulghum en su libro «Las cosas importantes las aprendí en el parvulario» y que dicen:
Creo que la imaginación es más fuerte que la sabiduría.
Que el mito es más potente que la historia.
Que los sueños son más poderosos que los hechos.
Que la esperanza siempre triunfa sobre la experiencia.
Que la risa es el único remedio para el dolor.
Y creo que el amor es más fuerte que la muerte.
Después de un rato hablando con ellos, me sentí mejor, más reconfortada. Los problemas. el estrés, las preocupaciones continúan estando en nuestro mundo adulto, pero ellos esa mañana me regalaron unas tiritas especiales, para calamar la tristeza. Otra vez estaba ya con fuerzas para seguir construyendo nuestro día en el aula. En mi sala de Infantil…
Imagen extraida de http://compartiendogirasoles.blogspot.com.es/2015/10/cicatrizacion-de-un-corazon.html